“¡Qué casualidad! otra vez la vi en
el mismo sitio y a la misma hora”, pensé un día por la mañana mientras
regresaba de correr en un parque y me dirigía hacia mi casa (Dios mío, las
cosas que habré hecho para conocer chavas).
La niña estaba divina, güerita,
ojos verdes, una carita preciosa, de cuerpo ammmm, era delgadita y nada más, más bien chiquita y
nada exuberante, pero era nada más que un bombón, de esas chavas que te
gustaría llegar a tu casa y decir: “Mamá, mira; te presento a mi novia”.
Antes de eso yo venía de romper
un noviazgo bastante largo, que en realidad yo lo rompí todo. Eso con el tiempo
provocó que yo tuviera la mente un poco más clara y me concentrara en otro tipo
de actividades, no contemplando mucho el tema del amor. Pero era innegable que
la güerita me encantaba y que cuando por “casualidad” la veía todos los días en
la mañana, hacía que esa negativa hacia el amor se quedara en segundo plano.
Habíamos formado algo así como una atracción
mutua en la cual ninguno de los dos se atrevía a dar el siguiente paso, tal vez
miedo, qué sé yo. Éramos como dos desconocidos que nos gustábamos y que
teníamos en mente saber el nombre del otro, pero nadie se animaba a preguntar y
ni siquiera decir “hola”.
A mí con esta situación, me
motivaba más a levantarme temprano e ir a correr al parque, con el fin de
terminar mi rutina de ejercicio con anticipación para tener el tiempo necesario
con el cual regresaría a casa y poder “coincidir” con la hermosa “güera”.
Así pasaron varias semanas, la
misma rutina, pasábamos cerca uno del otro y simplemente salían esas pequeñas
risas nerviosas, agachábamos la mirada y una que otra vez nos quedábamos viendo
a los ojos, con ganas de decirnos algo o preguntarnos nuestros nombres.
A mí, ni por la cabeza se me
cruzaba en el pensamiento, de que ella hiciera eso a propósito, sí sabía que
era de mi parte, pero muchas de esas veces yo no decidía que ella pasara por el
mismo lugar exactamente a la misma hora, simplemente “casualidad” decía yo.
Días después, yo por cuestiones
laborales dejé de frecuentar el parque por las mañanas, lo que hizo que dejara
de ver a la famosa güera y algún tiempo después, mientras yo regresaba a casa
por la tarde, me topé a la güerita estando de novia con un aparato de los que no
se ven muchos por acá.
Un pendejo de esos que cuando los
ves dices: ¿Qué chingados le vio a este wey? El hecho era que algo le había
visto, porque se le notaba recontra mega enamorada de él, lo cual terminó por
alejar mis pensamientos y matar la posibilidad de que yo pudiera andar con ella
y se fijara en mí.
Más delante me enteré, por un medio
que la verdad no vale la pena mencionarlo aquí, que la güerita sí se habría
fijado en mí en aquellos días, pero el hecho de no tener el valor de decirnos “hola”
ni reconocer las “casualidades” como lo que realmente eran, impidió que ella y
yo llegáramos a ser algo más.
Que ella pasara todos los días a
la misma hora y por el mismo lugar, no fue una “casualidad” sino que era una
“causalidad”, porque esos hechos se producían a causa de que ella sentía una
atracción por mí, de lo contrario ella misma no hubiese permitido que esas
cosas sucedieran, para evitar cualquier mala interpretación de mi parte.
Jamás supe su nombre pero ella sí
supo el mío. Jamás logré ver ni escuchar ese hermoso rostro diciéndome que yo
le gustaba, sigo con arrepentimiento de eso.
Abre los ojos, que no te pase lo
mismo a ti.
Si cada vez que vas a la casa de
tu amigo, su hermana se aparece de “casualidad” luciendo bastante arreglada por
ser tal vez un día equis de la semana al medio día y dándote cuerda para
entablar alguna plática contigo, no seas pendejo.
Lo más probable es que no estés
en presencia de una “casualidad”.
Si en una salida a algún bar, una
mujer sentada al lado tuyo te toca la mano al pasarte algún objeto, luego al decirte al oído un secreto, después al
apoyarse en la mesa cuando se levanta al baño y más tarde para ver una tontería
en tu celular, no tienes que pensar que te tocó la mano cuatro veces de manera
fortuita.
Porque si una mujer te coca la mano una vez por “casualidad”
y no tiene otras intenciones contigo, tratará a toda costa y por todos los
medios de evitar un segundo toque y ni hablar de un tercero y cuarto.
¡Qué loco! Ayer por “casualidad” vi una foto en Facebook de
una chava que se parecía mucho a la dichosa “güera”, entré a su perfil, ¿Será
su nombre verdadero? ¿Le envío solicitud de amistad?
¡ÁNIMOOOOO!
1 comentarios:
Crack!!!!
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